“Si no he hecho nada” Dijo Héctor.
Mientras que todos le mirábamos con cara de pocos amigos, Héctor tuvo que evitar tanta presión y dirigió la mirada hacia el suelo. El profesor se levanto de su escritorio y toco la regla castigo, nuestro amigo se angustió y temblaba. El tutor cogió la regla del tormento y con un gesto de necesidad en la cara deposito la regla en su escritorio y salió disparado al baño. La sensación de gusto de Héctor era incomparable ya que según él no sufriría ningún castigo severo, pero uno de sus compañeros susurro:
-La que te va a caer, Don Martín te va a atizar bien fuerte- Dijo Tomas, uno de sus compañeros.
La tensión de nuestro amigo empezó a subir drásticamente, aunque Héctor generalmente tenía un buen comportamiento, este hecho era bastante serió ya que Don Martín, el profesor, estaba explicando los contenidos del examen de matemáticas. En el baño, el profesor había terminado de hacer sus necesidades y apretó fuertemente el puño. Cuando Don Martín volvió, tenía una cara roja, sus puños se endurecieron y se olía a quemado por alguna parte… El profesor atemorizó a todos los alumnos menos a Héctor, ya que él era el que más miedo tenía de las acciones violentas y crueles que podía hacer Don Martín con la regla del tormento. La regla fue recogida por la mano del tutor y le dio un gran golpe a su escritorio. Uno de sus alumnos grito y los demás se quedaron petrificados por la fuerza y terror que infundía Don Martín en toda la clase. Héctor no soportaba tanta presión, pero su fuerza de voluntad era alta y no salió por patas:
-La regla castigo tiene hambre ¿Qué mano se va a comer hoy? ¿La tuya Ramón? ¿Tal vez la tuya Sandra? No, y no, será la tuya Héctor- Dijo con un tono grave he intimidador Don Martín. El temor de Héctor era tan grande que salió del aula y salió del colegio.
Varios años después, Héctor acabó en el condado de Orange con una pequeña fortuna de dos millones de dólares y con una mansión hecha de gominolas.
Don Martín se cambió el nombre a Mohamed y fue contrabandista Israelí, en la actualidad es un vendedor de perritos calientes de algún lugar de México.
Tomás suspendió los estudios y murió pronto ya que le atropellaron en Bilbao.
Sara y Ramón se casaron, tuvieron tres hijos y trabajan como profesores de literatura y música.
miércoles, 14 de abril de 2010
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